miércoles, octubre 11, 2006

El Placebo y sus efectos

El Placebo y sus efectos


El tema del placebo es uno de los más fascinantes y, al mismo tiempo, más discutidos entre la clase científica. Con todo el conocimiento que la ciencia posee actualmente, el placebo todavía es un misterio y todos los artículos escritos al respecto son bastante incompletos. Su buen o mal uso puede costar una vida, principalmente mientras sus efectos son pocos conocidos y su funcionamiento todavía es objeto de muchas teorías, incluso psicológicas. Para la comunidad científica, conocer el placebo, sus posibilidades y sus efectos, es fundamental. Y para un lego, ¿hasta qué punto es interesante saber que un remedio al que se le atribuyó su curación no pasaba, por ejemplo, de ser una simple composición de almidón con azúcar? Esta y otras cuestiones son presentadas aquí a modo de reflexión, además de la opinión de los médicos que nos hablan del efecto placebo.

First, do no harm (Antes que nada, no dañe).

Principio de la medicina, atribuido a Hipócrates

Qué es un placebo

La palabra placebo viene del latín y proviene de la Biblia cristiana, después de varios errores de traducción, dice el doctor Ben Z. Krentzman. La palabra apareció en primer lugar en el salmo 116 y adquirió connotaciones científicas en los diccionarios a lo largo del tiempo.

Hoy, la definición que encontramos de placebo es que se trata de una sustancia inerte o inactiva, a la que se le atribuye ciertas propiedades (como las de curar una enfermedad) y que al ser ingerida puede producir un efecto que sus propiedades no justifican. Muchas personas que ingieren una píldora que contiene nada más que almidón con azúcar (o uno de estos dos componentes) por ejemplo, aseguran sentir mejoría en la enfermedad, al estar convencidas de estar tomando un remedio desarrollado especialmente para la misma.

Pero el placebo no existe sólo como sustancia. Una ‘cirugía espiritual’, hasta que no se pruebe que genuinamente ha ocurrido, puede ser un placebo. La persona ‘operada’ siente el corte, siente la sutura y ‘se cura’ del mal que le afligía, sin pasar por una cirugía convencional.

Una terapia también cumple las funciones a veces de placebo, donde se le atribuye a las técnicas de esa terapia un tipo de cura, y eso realmente ocurre. Las llamadas terapias alternativas, como las florales, los cristales, la radiestesia y muchas veces la propia psicoterapia, son consideradas aún por una gran parte de la comunidad científica como un placebo, afirma el Dr. Walter Brown, psiquiatra.

Pero el uso del placebo no está restringido al área científica o a las terapias alternativas. Nuestros abuelos conocían muy bien sus efectos cuando aplicaban sus ‘pociones mágicas’, e incluso con sus cuentos cuando sus nietos nos íbamos a dormir o cuando curaban los dolores de sus hijos, una enseñanza popular que ha pasado de generación en generación, sin cuestionamientos.

También dentro de esta categoría se encuentran las oraciones, que promueven los llamados milagros y la conocida ‘curación por la fe’. Al menos, mientras esos milagros y curas no sean comprobados, actúan como un placebo.

Y finalmente los mismos remedios, incluso al ser fabricados con una fórmula teóricamente capaz de combatir determinada enfermedad, pueden, por un error en la fórmula, no curar determinada enfermedad pero, tomados con ese fin, pueden estar actuando como un placebo.

Algunos efectos del placebo se discuten en la próxima sección.

El efecto placebo

El efecto placebo es el resultado que se puede observar, y medir, en una persona o en un grupo de personas, ante un tratamiento durante el cual se administró un placebo, según el Dr. Robert T. Carroll, quien agrega: “Porqué una sustancia falsa, artificial quirúrgica o terapia hace efecto todavía no ha sido completamente explicado”.

Algunos investigadores utilizan el procedimiento llamado “a doble ciego”, en el que normalmente existen dos grupos de personas: el grupo experimental y el grupo control. A un grupo se le administra la droga o tratamiento convencional. Al otro grupo se le aplica la droga o el tratamiento del tipo placebo. El Dr. Carrol explica que, en un estudio a doble ciego, el investigador no sabe cuál es el grupo que recibió la droga indicada para el tratamiento y cuál el grupo que recibió el placebo. Solamente tendrá esa información, dice el médico, cuando tenga en sus manos los resultados completos, para evitar que el investigador incurra en distorsiones de observación y de medición durante el estudio.

La teoría de la curación mente-cuerpo

La teoría de la curación mente-cuerpo, creada por Milton Erickson, padre de la hipnoterapia moderna, y difundida por el mundo por aquellos médicos que fueron sus discípulos, reconoce la existencia de una estrecha conexión entre la mente, el cerebro y el cuerpo. El Dr. Ernest Lawrence Rossi, médico y psicoterapeuta ericksoniano, dice que la respuesta placebo es una piedra fundamental a tomar en cuenta en la curación mente-cuerpo. Dice que las historias de curaciones espontáneas o consideradas ‘milagrosas’ son menospreciadas por la ciencia debido a nuestra mente racional, tomándolas como resultados no confiables. En su libro La Psicobiología de la Curación Mente-Cuerpo, el Dr. Rossi dice que la premisa de la ciencia, en este caso, sería que ‘algo que no es confiable no existe’. Explica que para una parte de la ciencia, basada en un punto de vista tradicional, el efecto placebo simplemente es un “factor fastidioso”.

La teoría de la curación mente-cuerpo presupone que exista una red de informaciones que pasa del medio ambiente a la mente del individuo, al cerebro y, a continuación, a todo el cuerpo, a través de lo que él llama “moléculas mensajeras”. Inicialmente, dice, la información comienza con los genes.

Las investigaciones del Dr. Rossi incluyen de manera detallada el funcionamiento del sistema nervioso central, al igual que el funcionamiento del sistema límbico-hipotalámico. En la teoría ericksoniana, existe una lista considerable de enfermedades que se pueden curar al conocer el mecanismo de la comunicación psicofísica. Este abordaje sitúa en un lugar destacado al placebo y, también, a los factores determinantes del estrés. El Dr. Rossi cita algunos casos verídicos y curiosos, comentados entre bastidores en la comunidad científica y que provocan polémica hasta el día de hoy. Dos de estos casos son comentados a continuación.

Dos casos verídicos

Estos y otros casos, registrados por el Dr. Rossi, demuestran que la respuesta placebo puede manifestarse en la enfermedad o en la cura.

El primer caso es relatado por el Dr. Rossi como un caso de “vida y muerte vudú”, o como el “complejo de renuncia en el sistema nervioso autónomo”, donde un médico de la Fundación Rockefeller, en servicio en una misión en el Pacífico Occidental, convivía con nativos conversos y no conversos. El caso involucró al sacerdote de la misión, a su asistente de servicios generales, a un nativo llamado Rob y a un hechicero de nombre Nebo. Un día el sacerdote buscó al médico después de constatar que el nativo Rob estaba muy enfermo. El médico examinó al nativo y no encontró señales de fiebre, ni referencia de dolor alguno, ni señales evidentes de enfermedad pero, al mismo tiempo, quedó impresionado al constatar que el nativo estaba extremadamente débil y enfermo. Por medio del misionero, el médico supo que el hechicero Nebo había apuntado a Rob con un hueso, y el nativo estaba convencido que moriría. El médico y el misionero buscaron a Nebo y lo intimaron a que viese a Rob, de lo contrario su provisión de alimentos, dada por la misión, se vería interrumpida. El hechicero fue con ellos hasta donde estaba el nativo, se le acercó y le dijo que todo había sido un engaño, un chiste. El médico (cuyo relato completo se encuentra publicado en el libro del Dr. Rossi y en los artículos del fisiólogo Walter Cannon) quedó estupefacto ante la metamorfosis. De un estado casi comatoso, el nativo pasó inmediatamente a una fase saludable, con total fuerza física y, esa misma tarde, estaba deambulando por la misión.

El Dr. Rossi relata, mostrando artículos de otros investigadores como Cannon y Engel, que la muerte vudú, muy común en aquella región, se debe a una exposición intensa y prolongada al estrés emocional y al convencimiento de los nativos de estar bajo el poder del médico hechicero. La causa ‘real’, en verdad, es un sistema nervioso simpático sobreactivado. En otro caso semejante, un nativo falleció ante un cuadro agudo de insuficiencia completa “desiste-remota” y de un poderoso agente sugestionador. El mismo que fue revertido a tiempo en el caso del nativo Rob.

El segundo caso, descrito también por el Dr. Rossi en su libro, es el Sr. Wright, que sufría un mal generalizado y avanzado, afectando los nódulos linfáticos, un linfosarcoma. El Sr. Wright desarrolló una resistencia a todos los tratamientos paliativos conocidos y su anemia le impedía realizar tratamientos con rayos o quimioterapia. Ya presentaba masas tumorales del tamaño de una naranja en el cuello, axilas, ingle, pecho y abdomen. El bazo y el hígado estaban muy agrandados y el conducto torácico estaba obstruido. La impresión, dice el Dr. Philip West, que acompañó personalmente el caso, es que estaba en estado terminal, no tratable, a no ser con sedantes para aliviar la etapa final.

A pesar de todo esto, el Sr. Wright se encontraba menos desesperanzado que sus médicos y pidió ser incluido en un grupo de investigación que probaría una nueva droga, el Krebiozen (que después demostró ser una preparación inocua y sin utilidad). Los médicos no lo consideraron calificado para el experimento, pues no creían que fuera posible una regresión de su cáncer, después de haber probado de todo. Su expectativa de vida era de dos semanas solamente, pero el Sr. Wright había leído en los periódicos que la clínica estaba investigando el Krebiozen e imploró que lo incluyesen entre los pacientes que recibirían la droga.

Demostró gran entusiasmo cuando llegó la droga e imploró tanto que, en contra de todas las reglas, su médico terminó aceptando incluirlo.

El Dr. West, entonces, permitió que recibiese inyecciones de la droga. La primera fue administrada el viernes, el médico, según cuenta el Dr. Rossi en su libro, se fue a su casa pensando que el lunes, casi seguramente, encontraría al paciente sin vida. Pero, para sorpresa del Dr. West, el Sr. Wright estaba esperándolo. Sin fiebre, para nada abatido, caminando normalmente. No se observó ningún empeoramiento. Las masas tumorales habían desaparecido, mostrando una regresión más rápida que la que el médico pudiese entender.

Se dio de alta al Sr. Wright y se fue a su domicilio. Cuando se publicó en los periódicos que el Krebiozen era inocuo, el hombre tuvo una recaída y volvió al hospital. Esta vez, sin embargo, fue el médico quién le propuso que retomase las inyecciones de Krebiozen, alegando que la droga surtía efecto y que lo que había sido publicado en los periódicos se refería a un lote de drogas que habían sido utilizadas después de la fecha de vencimiento. El Dr. West hizo esto porque sabía que su paciente saldría del estado terminal para volver a su casa sano, debido a la esperanza que tenía depositada en la nueva droga y sabía también que nada podría ayudarlo. Nuevamente la enfermedad presentó una regresión con las inyecciones. La recuperación, según el médico, fue todavía más intrigante, pues las masas tumorales se disolvieron, el fluido del pecho desapareció y el paciente volvió a caminar. El caso del Sr. Wright tuvo un final menos auspicioso que el del nativo Rob, pues falleció algunas semanas después, cuando nuevamente se publicó en los periódicos que el Krebiozen realmente no tenía ninguna función.

Sin embargo, este caso se tornó en un clásico para el eterno dilema de la respuesta placebo incluso en enfermedades graves como el cáncer. En lo que todos los médicos del Sr. Wright coincidieron fue que su optimismo de alguna manera había influido en las varias fases de “desiste-remota”, en las que el paciente atribuyó al placebo una calidad salvadora, lo que por lo menos prolongó su tiempo de vida y presentó evidentes manifestaciones de cura.

Cuándo un placebo es beneficioso

Un placebo puede ser especialmente beneficioso cuando ocurren algunas situaciones:

  1. El médico, según sus observaciones clínicas, tiene inicialmente un diagnóstico previo de la posible enfermedad del paciente, pero no desea administrar una droga química, debido a los efectos indeseables y entonces indica un ‘remedio’ que en verdad no tiene como función curar esa enfermedad. El paciente lo toma y, al creer que está recibiendo un remedio poderoso, se libra de la enfermedad o, por lo menos, de los síntomas.
  2. El paciente desea sinceramente librarse de alguna enfermedad o problema físico y no sólo deposita sus esperanzas en el remedio que está tomando, sino también permite que el remedio haga efecto.
  3. El individuo, incluso al saber que está tomando un placebo, desea librarse de las molestias físicas y le atribuye, él mismo, cualidades de cura al ‘remedio’ y que permite también que haga efecto.
  4. El simple hecho de ir al médico, con la presencia del médico delante del paciente, el ritual de la anamnesis (interrogatorio para la obtención de datos) y de la observación clínica, el contacto de la mano del médico con la persona, la atención, el traje blanco del médico, el instrumental, todo por sí solo, puede provocar el efecto placebo cuando el paciente manifiesta mejorías, porque confía en su médico, según el Dr. Brown.
  5. Un placebo puede ser beneficioso cuando al ingerirlo en lugar de una droga química, no provoca los efectos colaterales que la droga provocaría. Existen pacientes que son sensibles o alérgicos a ciertos medicamentos, y el placebo, por ser una sustancia inerte, no provoca efectos colaterales.
  6. Principalmente, un placebo es beneficioso cuando promueve la curación, la mejoría o el alivio de la enfermedad.
  7. Según el Dr. Brown y el Dr. Rossi, existen casos comprobados de mejorías en situaciones de estrés y en personas con úlceras gástricas, verrugas, artritis y otras deficiencias relacionadas al sistema inmunológico.

Cuándo un placebo causa daños

Existen riesgos asociados con el uso indiscriminado del placebo, alerta el Dr. Brown, y agrega que su uso termina por involucrar una cuestión ética. Afirma que, por un lado, el médico no debe engañar al individuo y, por el otro, no debe esquivar la posibilidad de aliviarle los dolores. A continuación, algunos ejemplos de los efectos no beneficiosos del placebo:

  1. Cuando el paciente toma un placebo y siente mejoría en los síntomas, pero en realidad la enfermedad continúa avanzando y puede ser fatal.
  2. Cuando, al existir una droga química comprobadamente eficaz, el médico opta por un placebo.
  3. Algunos pacientes, relata el Dr. Brown, presentan efectos colaterales incluso con un placebo. Sin embargo, no cita cuáles serían estos efectos.
  4. En la automedicación, cuando un amigo recomienda un placebo o el enfermo lo compra por su cuenta en la farmacia.
  5. Cuando la persona malgasta su tiempo, su vida y su economía con un tratamiento del tipo placebo que no es la mejor indicación para su caso.
  6. En opinión del Dr. Brown, el placebo no funciona en las enfermedades más graves, como el cáncer, cuando sería más indicado el tratamiento tradicional.

La expectativa de curación

El Dr. Ernest Rossi afirma que la expectativa positiva de curación por parte de un paciente es ya el 50 por ciento del camino para su recuperación. En esos casos, el organismo, entre otras cosas, libera endorfinas, que promueven la relajación del estado de ansiedad provocado por el pánico de una enfermedad.

La expectativa de curación actualmente es mucho más reconocida por los médicos como uno de los factores benéficos decisivos, mucho más que 30 años atrás, cuando se dio el caso del Sr. Wright.

Si realmente tiene un papel fundamental en el desempeño de los sistemas simpático, parasimpático y en los otros sistemas del organismo, la expectativa de curación puede ser considerada como una especie de ‘certificado de garantía’ para el funcionamiento del cuerpo, en la opinión del médico. De acuerdo con la teoría ericksoniana, el locus de la curación está dentro del organismo del propio individuo, para lo que basta ver que algunas enfermedades, incluso sin remedio, también se curan espontáneamente. Este abordaje, todavía poco conocido en América Latina, utiliza varios recursos antes de desistir y dejar al paciente librado a su propia suerte. Y, dentro de estos recursos, la respuesta placebo es una de ellas.

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